Esta serie nace del deseo profundo de reconciliarme con la tristeza.
Porque cuando estoy enferma o me siento frágil, no necesito que me animen a la fuerza, sino que alguien me acompañe en ese lugar.
Las canciones tristes lo hacen: me abrazan sin juicio, me permiten sentir sin prisa.
Y yo, en respuesta, recorto sus letras, sus melodías, sus ecos… y las transformo en imágenes.
Cada collage es un refugio. Una forma de habitar el dolor sin quedarme atrapada en él.
Es mi manera de decir: “Estoy triste, pero sigo creando”.
Y en ese gesto, sin buscarlo, la alegría se asoma.

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